jueves, 10 de septiembre de 2009

Tiempo es lo que falta



Han pasado casi 3 meses y vaya donde vaya, lea lo que lea, escuche lo que escuche, siempre aparece lo mismo. Como si estuviese escrito en el cielo, como si el viento me lo susurrase constantemente al oído, como si la televisión fuese la pantalla del ordenador. Sólo a ratos, que no duran mucho, pienso que soy una pringada. Nadie en su sano juicio puede emocionarse de tal manera por una conversación virtual con alguien que he querido tanto y conseguí olvidar, pero durante la hora que estuvimos charlando tuve una de las sensaciones más extrañas de mi vida. Te recordé, me acordé, de ti y de mi, de nosotros...de aquellos días. Quizá estuve enamorada. Me da vergüenza incluso pensarlo, pero en sus días se me cruzó varias veces la idea por la cabeza. Es algo tan absurdo como fascinante. Analizando las frases que recuerdo con la pulcritud de un cirujano. Busco dobles, triples y hasta cuádruples sentidos. Recuerdo que de vez en cuando traté de frenarme, de ponerme aunque sea la zancadilla a mí misma para no seguir dando vueltas en torno a lo que quizá no sean más que tonterías que mis ilusiones disfrazan.


Es entonces cuando te das cuenta de que sólo vales para charlar.

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