La multitud se agolpa poco a poco en los escombros de vasos de
litro. El sitio, la música la misma, los bares mas famosos nos incitan a
la bebida, a las risas. Caminamos, nos chocamos, oimos el rock&roll. Son las doce y media
ya, y el ambiente está caliente para empezar. Unos litros, luego nos
ponemos morados. Bebemos chupitos y pegamos unos brincos. Mezclando un
gran vaso con coca-cola y el tintorro. Corremos, el volumen es brutal.
Total, aquí da igual, que más da. Venimos a gozar. La movida trata de
unos locos. Es el lugar de los borrachos, de las bragetas potentes, de
los escotes demoledores, impacientes. Llegan armados sin dinero, y
quieren piyar litros en garitos, piyar un gran ciego. Son lugares de
paredes negras, de tacones altos, de ropas ligeras, de macarras, de
guarros que vomitan en carros, de policías en esquinas como putas.
Aventureros con 14 años ya buscaban frenesí, buscaban el lado salvaje de
la vida, movidas...y así empezamos a mezclar bebidas. Buscamos noches
locas entre cigarros y botellas, escucho tus rimas y me pongo a saltar. Te
miro, me miras, y empieza el sueño. ¿Hasta cuando?
El
sitio no es problema. En la calle me ilusiona cada diez minutos que
chicas con 13 años ya fumen canutos o acaben en las esquinas.
Tengo el vicio de caminar sonriendo, sobre todo después de ver a alguien especial.
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